Tras
llevar años haciendo un curso teórico de horticultura a mi aire (
El huerto familiar ecológico de Mariano
bueno , La vida en el campo y el horticultor autosuficiente, de
John Seymour ,
Introducción a la permacultura de Bill Mollison, la revolución de
una brizna de paja de Masanobu Fukuoka... ) este año me he apuntado
a un curso práctico, ¡por fin!
Tras la
clase de introducción de hace más de un mes de "reconocimiento
del huerto", en el que reconocí los ajos y las habas, cuando se
siembran y como se riega el huerto, mi padre decidió que la primera
clase sería en Semana Santa. Que podría haber elegido otra fecha
también. Pero da igual, porque como el hombre propone y Dios dispone
y luego llueve cuando le da la gana a las nubes, pues no fue ni en
Semana Santa ni la semana de después.
Ha sido
este viernes. Justo el viernes del encuentro de transición en
Zarzalejo. Pero el profesor es el que manda, y la clase práctica de
como sembrar patatas no se iba a repetir hasta el año que viene, al
menos no con este profesor, con lo que madrugué y fui.
Madrugar,
bueno, madrugar, que aprovechando que íbamos a ser cuatro pues
tampoco madrugamos mucho. A las once fue cuando empezamos la faena,
llevando la herramienta hasta el huerto: mula mecánica, azadones,
un cubo con fertilizante químico, una bolsita con pesticida para los
gusanos y similares. Mi azadón rectangular, casi sin quitar todavía
la etiqueta de la ferretería, el de ellos ya redondeado y el mástil
desgastado. Tenía ilusión por que me dejaran usar la mula
mecánica... jajajaja.... ¡¡ el becario usando la mula mecánica !!
La
clase empezó según mi padre abrió la puerta. José y Víctor,
amigos de mi padre, con sus azadones se pusieron a ver como estaba la
tierra de húmeda o apelmazada, quitando las hierbas que habían
crecido. Yo me quedé en la puerta pensando, y yo¿que coño hago?
solo me faltó decir, "oye, el azadón, por que lado se coje..."
Bajamos
la mula mecánica, y mientras iban arando el trozo destinado a las
patatas, mi padre me enseñó lo que tenía que hacer. La hilera de
alcachofas, que tendré que preguntarle si esto se siembra de
semillas o de planta ya, que con la lluvia le han crecido cantidad de
hierbecitas y hierbas no tan pequeñas alrededor y entre las propias
plantas. Cavarlas. Con el azadón cavar la tierra de alrededor para
hacer un surco, quitar todas las hierbas y echarlas a un lado, y así
dejarlo preparado para plantar los gladiolos. Sí, gladiolos. No, no
se comen. Si quereis saber porque los planta, se lo preguntais a mi
padre cuando le veais. Sí, yo ya lo sé, que yo le pregunto todo
sobre todo. Y no, lo de que los gladiolos no se comen eso ya lo sabía
yo de antes y no se lo tuve que preguntar.
Mientras
mi padre me contaba y hacía el cavamiento de las dos primeras
plantas de alcachofas, yo observaba su cuerpo. Una pierna a cada lado
del surco, las rodillas un poco flexionadas, como coger el azadón,
que mano se pone atrás y cual delante ( que como soy zurdo y él no,
luego tengo que darle la vuelta ), movimiento de la espalda, muy
importante para luego no coger dolor de todo, etc...
Luego
seguí yo sin ningún tipo de supervisión. A veces mi padre es un
poco inconsciente, dejarme a mi solo con un azadón. ¡Que esas cosas
las carga el diablo!
Me
concentré en mi trabajo, para controlar el azadón con precisión,
para no darle a ninguna planta de alcachofa y matar mi comida antes
de que crezca, recordar a la vez que mis pies y piernas no necesitan
ser cavados, cuantos centímetros tengo que hundir el azadón para no
remover la "capa profunda" de la tierra y que se volteen
los nutrientes, cuanto de alto tengo que hacer la hilera para que los
gladiolos crezcan felices.
Y
entonces se me mezcla con el yoga, como tengo la respiración, estoy
respirando solo con la parte alta de los pulmones y de forma
acelerada, voy a respirar más profundo, voy a intentar coordinar la
respiración con el ejercicio, pobres hierbecitas que estoy
arrancando simplemente porque yo no me las como, bueno, pues ya se
las comeran los gusanos, o se secarán, se pudrirán y se
reincorporarán al ciclo de la vida, etc, etc...
También
me hago una nota mental y yoguica, si antes de hacer meditación o
ejercicio en el gimnasio dedico unos minutos a estirarme, ¿porque no
me estiro antes de empezar a cavar el huerto? Porque ejercicio es
también, y a los músculos también hay que decirles, "eh,
preparaos, que nos vamos a poner a cavar", que luego les pillo
de sorpresa, se me tensan. Bueno, por hoy, con tomar consciencia de
como estaba respirando mientras cavaba, contento. Con el tiempo será
como conducir, algo que haces casi automáticamente.
¡¡Todo
esto y todavía no hemos empezao con las patatas!!
Momento
para hablar del respeto y la humildad. Yo aquí soy el aprendiz, el
becario. Y si mi padre usa abonos y pesticidas químicos, me toca
respetarlo. No soy yo quien para cuestionarlo, para decirle que mejor
hacer esto o aquello, no usar esto o no usar aquello. Yo aquí vengo
a aprender, y aunque también creo que tengo cosas que enseñar,
todavía no es el momento. Cuando este en segundo de hortelano y
tenga mi propio huerto lo haré ecológico, eso lo tengo claro. Y, a
lo mejor, con los años y las cosechas, pueda enseñar algo a mi
padre sobre huertos ecológicos.
Cuando
acabé de las alcachofas bajé donde íbamos a poner las patatas. Ya
estaban marcando los que serán los surcos. Mi mente de ingeniero
había estado pensando como harán para hacer los surcos rectos, para
que estén equidistantes, para no poner las patatas muy juntas. Ya me
veía yo ahí con un metro midiendo 35 ó 40 cm de separación...
pero es mucho más fácil. Con un trozo de rama de las que hay por el
suelo y que a buen ojo puede tener esa medida, se van haciendo marcas
en el suelo en los lados opuestos de lo que es el rectángulo a
sembrar. Luego se unen las marcas opuestas arrastrando el pie de una
a otra, y ya esta!!
Y
mientras uno da un golpe de azadón sobre esa línea para levantar un
poco la tierra, el otro (yo en este caso ) va con el cubo con las
patatas para sembrar ya cortadas y las va echando en ese hueco
mientras cuenta cuantas van en cada hilera para así saber que
estamos dejando espacio para que crezcan y engorden. También a ojo
se ve, en esta hilera diez, en esta hilera ocho. Sí, es que el
huerto no es rectangular, ni el espacio para las patatas, pero es que
eso ya es de segundo de hortelano.
A
las 12.30, trabajo acabado. Entre cuatro cunde mucho.
Limpiamos la herramienta, muy muy importante. Recogemos, la llevamos
a su sitio y nos vamos al bar a tomar unas cervezas. Bromeando les
digo que tendré que pagar yo por la clase práctica que me han dado.
Y en serio, pienso, ¿cuanto cuesta un curso práctico de
horticultura? Piensa sobre ello. ¿Cuanto nos costaría en dinero las
cosas que recibimos gratis de nuestro padre, de nuestra madre, de
nuestro hermano, nuestra hermana, nuestros amigos y amigas? Y que
además, nos las dan de mil amores...
Como a continuación voy al
encuentro de transición y tengo que conducir los míos son sin
alcohol. ¡Y menos mal! Porque una hora después me he tomado un
litro de cerveza, entre conversación, coñas de todo tipo, que si
llega un colega que curra en el pueblo, que si...
Y ahora, a por la
transición!!!
(
aunque eso os lo pongo mañana...)
Celta
Errante
Deja el Blog y empieza un libro.
ResponderEliminarMuy bueno.
ResponderEliminarMe gusta leer tu blog al final del dia.
Me ayuda a recordar.
Echo de menos la tierra que se deja trabajar con el azadón, o el "hacho" como diría mi padre.
Hola Pili!
EliminarMe alegro de que te guste :)
No lo eches de menos... ¡¡sigue haciéndolo!!
Besos Celtas.